Un poco de historia
En la actualidad estamos acostumbrados a obtener agua caliente sanitaria (ACS) con el simple gesto de abrir un grifo, pero no fue siempre así.
En la antigua Roma ya existían sistemas elaborados de suministro de agua y drenaje en los baños y termas romanas. En algunos casos, el agua se calentaba mediante hipocaustos, donde los gases calientes de la combustión de leña circulaban bajo los pisos y alrededor de grandes albercas de agua.
Con el tiempo estos sistemas han ido evolucionando y, a lo largo del siglo XX, los depósitos de ACS se convirtieron en una solución común para edificios con alta demanda de agua caliente, como Comunidades de Vecinos, residencias, centros deportivos, y un largo etcétera. Este método permite tener una cantidad suficiente de agua caliente disponible en todo momento.
Tipos de acumuladores
Actualmente, los sistemas de ACS por acumulación, usan depósitos de ACS donde se calienta el agua mediante una caldera exterior u otras energías. Es el más usado en instalaciones centralizadas.
Hay dos tipos posibles de depósitos:
– Acumuladores, sólo acumulan el agua ya caliente con ayuda de un sistema de intercambio externo.
– Interacumulador, además de acumular agua, la calientan gracias a que disponen de un intercambiador interno llamado serpentín. Dicho serpentín se encarga de transferir el calor del circuito primario al circuito secundario (para consumo de ACS).
Los interacumuladores suelen ser más eficaces porque aprovechan al máximo el efecto de estratificación, aumentando el número de litros disponibles a la temperatura de consumo y evitando las oscilaciones de temperatura de salida del agua caliente.
Problemas de corrosión en los depósitos de ACS
Dependiendo de la época en que fueron construidos, los acumuladores pueden estar galvanizados en caliente, recubiertos con pinturas epoxi de formulaciones antiguas, o equipados con revestimientos vitrificados que no siempre mantienen la adherencia adecuada con el acero a lo largo del tiempo.
Podemos poner un ejemplo de un depósito sustituido por Grupo Innotec, con un problema de corrosión importante. El depósito original era de acero galvanizado. En las fotografías se puede observar su estado, así como la grieta que se produjo como consecuencia de la oxidación. También se observa la degradación del aislamiento del mismo.
La oxidación y corrosión de los depósitos de agua caliente sanitaria (ACS) en edificios puede conllevar varios riesgos para la salud:
- Proliferación de microorganismos patógenos como la bacteria Legionella en los depósitos corroídos. La corrosión crea una biocapa que favorece el crecimiento de estos microorganismos, aumentando el riesgo de legionelosis, una enfermedad que puede ser grave especialmente en personas vulnerables.
- Desprendimiento de partículas del revestimiento interno dañado de los depósitos, que pueden contaminar el agua. Algunos revestimientos antiguos pueden contener sustancias tóxicas.
- Disminución de la calidad sanitaria del agua caliente suministrada, debido a la alteración de sus propiedades físico-químicas y microbiológicas por la corrosión.
- Riesgo de fugas y roturas en los depósitos muy deteriorados, que pueden provocar inundaciones y cortes del suministro de agua caliente, afectando al confort y la higiene de los usuarios.
La solución
La evolución de los sistemas de ACS también ha incluido mejoras en el diseño de los depósitos acumuladores, como la utilización de materiales que previenen la corrosión, principalmente el acero inoxidable.
En el caso que nos ocupa, Grupo Innotec realizó la sustitución por un depósito de acero inoxidable, que además incorpora un ánodo de magnesio para evitar su corrosión interna.
Ventajas de los Depósitos de ACS en Acero Inoxidable
– Resistencia a la Corrosión: El acero inoxidable, especialmente el AISI 316 L, es altamente resistente a la corrosión por picaduras causada por elementos halógenos como el cloro presente en el agua potable. Esta resistencia se debe a la presencia de cromo, molibdeno y níquel en su composición, que le confiere una capa protectora pasiva.
– Calidad Alimentaria: El acero inoxidable es un material no tóxico, utilizado ampliamente en la industria alimentaria. Su capacidad para igualar en pruebas de higiene al vidrio y la porcelana lo hace óptimo para la fabricación de depósitos destinados a la producción y acumulación de ACS.
– Larga Vida Útil: La resistencia inherente del acero inoxidable a diversos tipos de corrosión contribuye a una vida útil prolongada de los depósitos, sin necesidad de protección catódica en condiciones normales de uso.
– Temperatura Máxima de Trabajo: Los depósitos de ACS en acero inoxidable pueden soportar sin alteración las temperaturas máximas de acumulación manejadas en este tipo de instalaciones, lo que contribuye a su durabilidad[1].
Ventajas de Incorporar Ánodos de Magnesio
– Protección Anticorrosiva: Los ánodos de magnesio ofrecen una protección catódica adecuada en los acumuladores con revestimiento interior y de acero inoxidable, protegiéndolos contra la corrosión mediante el principio de sacrificio.
Adicionalmente presenta un aislamiento interno de poliuretano rígido inyectado y acabado exterior de lámina de PVC rígida que evitará la degradación que presentaba su antecesor.
En resumen, la evolución de los depósitos de agua caliente sanitaria ha sido marcada por innovaciones tecnológicas, mejoras en eficiencia energética y cambios normativos que han permitido ofrecer sistemas más seguros, eficientes y sostenibles para el confort de los usuarios.
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