Calidad de aire interior en residencias de ancianos

Mi abuelo nunca estuvo en una residencia. Y falleció con 87 años.

Viudo durante casi dos décadas, fue cuidado por sus tres hijas. Iba cambiando de casa cada mes. Había un buen ambiente familiar en los tres hogares y sobre todo, las tres hijas trabajaban como amas de casa, lo que les permitía asumir esta tarea. Así durante casi 20 años. 

Eran otros tiempos.

En España todavía arraigaba la cultura del cuidado de nuestros mayores en las propias casas. La incorporación de la mujer al mundo laboral no se había expresado en toda su amplitud. Eso permitía cuidarlos en casa, labor que habitualmente recaía sobre nuestras madres. En el caso de mi madre, lo hacía por voluntad propia, sin imposiciones. Era lo que había visto hacer con sus abuelos. ¡Qué trabajo más sacrificado y tan poco reconocido por la sociedad! Pero esto, es otra historia…

En la actualidad, la sociedad ha cambiado drásticamente. La paulatina incorporación de la mujer al mundo laboral, la mayor esperanza de vida, el cambio de las costumbres sociales y otros factores sociológicos, han hecho que ya no sea posible cuidar a nuestros mayores como antaño. Esto ha supuesto el crecimiento de un sector, el geriátrico, que debe afrontar nuevos retos. En ocasiones se ha visto sobrepasado por situaciones extremas como las acaecidas durante la pandemia, cuyos efectos fueron especialmente dramáticos entre la población de nuestros mayores.

De este tipo de situaciones también se sacan lecciones. Una de ellas es la importancia vital de mantener una buena calidad en el aire que respiran  nuestros ancianos. Al tratarse de una población especialmente sensible, en muchos casos inmunodeprimida, una mala calidad del aire que va cargado de alérgenos, polvo y microorganismos, puede ser el caldo de cultivo para enfermedades respiratorias, infecciones y un deterioro general de su salud.

Pero el problema de una mala calidad de aire no sólo afecta a la población residente, sino que también afecta a la salud del propio personal auxiliar y sanitario que los atiende. Provocando pérdida de rendimiento y bajas laborales que obligan a hacer verdaderos encajes de bolillos al personal gestor para poder dar una atención adecuada. Esta situación finalmente afecta a la percepción de la calidad del servicio por parte de las familias, lo que puede repercutir negativamente en la reputación del centro.

A veces me pregunto cómo hubiéramos cuidado ahora a mi abuelo. Si viviera, estaría en una residencia con la mejor calidad de aire del mundo. Eso lo tengo claro.

Si esta situación te resulta familiar, continúa leyendo para ver cómo, desde Grupo Innotec, podemos ayudarte a mantener una adecuada calidad de aire interior en tu residencia de ancianos…